lunes, 6 de octubre de 2008

Sobre el odio político.



Este video lo tomé hace más de un año, poco después lo subí a Youtube y escribí esto. Durante ese tiempo, diversos comentarios aparecieron, la gran mayoría denotando lo que ya todos sabemos: que la política puede volverse un acto de fe para algunos; que hay quienes piensan que el adversario político debe ser destruido; y que existen personas que creen que todo aquel que no siga a un líder es un traidor. Bien, escribo de nuevo sobre el mismo tema después de reflexionar un poco sobre lo que acontece en el país en estos momentos. Es innegable que la sociedad mexicana sigue dividida y que el Estado no ha logrado fortalecerse. Pero el problema se magnifica cuando volteamos alrededor y nos damos cuenta que no podemos darnos el lujo de dividirnos más en momentos en que la inseguridad amenaza a todos por igual, y que sería indeseable debilitar más a este Estado que parece a punto de anunciar su fracaso en la lucha contra el narcotráfico. Es cierto: nuestra democracia es imperfecta y nuestro país adolece de muchos problemas, pero es lo que tenemos y es donde vivimos, y no hay que olvidar que ambos -la democracia y el país- son finalmente perfectibles. Gran diferencia haría si nuestros líderes políticos -de todos los partidos y facciones- se dieran cuenta que más allá de rencillas, rencores y desavenencias, hay un país que sacar adelante y gente que necesita creer -no en un líder o en un partido- sino en un proyecto de nación. No falta imaginación a los mexicanos, falta creatividad y voluntad política. Y si los políticos no han sido capaces de poner por encima de sus intereses las prioridades del país, que no lo hagan pues por amor a la patria, sino que lo hagan ahora por un mínimo y egoísta sentido de supervivencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, concuerdo totalmente, pero cómo o dónde encontrar un proyecto que aglutine los deseso de una sociedad tan diversa como la mexicana?

Aquiles Digo, antes Jordy dijo...

Creo que justamente ahí es donde entra la capacidad de imaginar un proyecto de nación y la voluntad política para lograrlo. Creo que lo que se necesitaría, primero, es establecer cinco o quizá tres prioridades fundamentales en las que nadie está en contra: reducir la pobreza, elevar sustancialmente el nivel educativo, proveer servicios de salud para todos. Y después, convencer a todos los actores, a todos los sectores sobre la conveniencia de lograr esos objetivos. Que haya diferencias en todo lo demás, claro, pero que se logre un acuerdo fundamental entre todos los partidos para sacar adelante la educación en México, por ejemplo. Eso sería un buen comienzo.