domingo, 19 de octubre de 2008

Carta a Enrique Dussel



[Carta enviada en forma de correo electrónico el lunes 20 de octubre.]

Estimado Profesor Enrique Dussel*:

Hace poco más de un mes tuve la oportunidad de entrar a una de sus clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, y quedé gratamente sorprendido. Desde esa ocasión he vuelto casi cada miércoles a su clase, cada vez con más interés, pero también con más dudas. Usted, se ve a primera vista, es más que un simple profesor de Filosofía en un salón más de la UNAM; es, a todas luces, un maestro sui generis. Sin duda alguna posee una mente increíblemente ágil y una elocuencia asombrosa, lo que le permite explicar fácilmente conceptos filosóficos altamente complejos. Es de esos pocos profesores que puede hablar durante dos horas y mantener a su auditorio completamente atento. Además, es un profesor que no sólo repite ideas, conceptos o teorías, sino que también asume -aunque en ocasiones presume- sus compromisos éticos ante la vida y señala y condena la "injusticia" y la "ilegitimidad". Sin embargo, y espero que no tome esto como una falta de respeto, creo que su posición ideológica nubla su juicio de vez en cuando, lo que, en principio, va en contra de todo método filosófico que busque la "Verdad" (entendida aquí en sus mismos términos como "acceso a lo real") y no sólo la "Veracidad" (explicada por usted como "consenso sobre la validez o no de algo").

Creo firmemente que usted es un filósofo extraordinario y una de las mentes más despiertas de la teoría política actual, pero no un buen analista histórico y político. La frase anterior podría carecer de sentido -finalmente su clase se llama Filosofía Política- pero el caso es que cada miércoles usted lanza una o varias ideas un tanto extremas sobre la política mundial y nacional e intenta hacer un análisis aderezado con burlas y caricaturas de la situación actual que vive el país. El problema no es su posición ideológica, sino que, según yo, cae fácilmente en los sofismas, e intenta defender algo "no verdadero" a partir de la confusión y de la ignorancia del oyente o del interlocutor. Usted lo sabe mejor que yo: un sofisma consiste en exponer premisas falsas como verdaderas y llegar a conclusiones falsas a partir de dichas premisas.

Créame, no es esto sólo una crítica, intentaría que fuera también una sugerencia bien intencionada -que quizá no será escuchada, no lo sé-, pero por eso le escribo. Pienso, en primer lugar, que para hacer más evidente que usted realmente está comprometido con su propio discurso ético, debería tener más cuidado a la hora de seleccionar sus ejemplos para aclarar sus conceptos teóricos y filosóficos. En alguna clase, usted explicaba que "lo político es sólo un campo de la acción pública", y de pronto se quedó callado un segundo y continuó "por ejemplo, el inicio de la independencia de México fue un fenómeno muy interesante en donde se ve claramente que el campo de la acción pública repercute en lo político [...]" y la digresión comienza "la Independencia fue un proceso fundacional provocado por el caos colonial, pero que nos ha dejado en un orden, que aún ahora en el siglo XXI, está lejos de la emancipación [...]" y continúa "Hidalgo y Morelos fueron la expresión de un claro deseo de Independencia, y nosotros mismos los matamos, lo mismo hicimos con Zapata y con Villa, héroes que perseguían la libertad y que querían acabar con la injusticia [...]," y remata con una conclusión tremenda "por eso mismo es tan deleznable que los políticos actuales nos quieran regresar a ese estado de dependencia al privatizar el petróleo, un producto que es vital para la existencia misma del pueblo y de la nación mexicana". De la explicación "la acción pública" pasamos a que "matamos" a nuestros héroes nacionales "que buscaban la independencia y la libertad del pueblo" y terminamos con un juicio propio de un activista político al decir que "los políticos quieren privatizar el petróleo y cancelar así toda posibilidad de desarrollo del pueblo", teniendo así una digresión que, en sí misma, encierra varios aspectos discutibles o ciertamente erróneos.

En alguna otra clase usted explicaba su idea sobre el concepto de "legitimidad" e "ilegitimidad" y decía: "Una autoridad puede ser legal, pero no legítima. La condición de legitimidad va aparejada a la justicia, así pues una autoridad que considero injusta, para mí no es legítima". Y comenzamos de nuevo: "como el señor éste que se cree presidente gracias al 0.58% y que quiere privatizar el petróleo. Para mí, él no goza de legitimidad pues sus acciones y decisiones son injustas. Y su autoridad no me debe obediencia ni respeto. Y menos cuando está rodeado de imbéciles como el gobernador del Banco de México que prácticamente regaló en dos días 10% de las reservas de dólares del país. Y para colmo fueron las grandes empresas de siempre quienes salieron beneficiadas: Televisa, Telmex, TVAzteca, Elektra, etc". Y sus reproches los justifica diciendo: "Eso salió en el periódico de hoy." Mi admiración por el filósofo Dussel se reduce ante tantas inexactitudes provocadas por una posición política tan extrema y una visión un tanto reduccionista de la política y la economía mexicana. [En una entrada próxima explicaré un poco sobre el tema de las subastas públicas de dólares y su impacto en la volatilidad del peso, o si quieren pueden leer este post de un economista de izquierda (ex-asesor de Andrés Manuel López Obrador) aquí.]

Comprendo que finalmente mi admiración o no por usted es algo que no le quita el sueño, sus logros, experiencia y conocimiento hablan por sí mismos, sin embargo, quizá lo más importante que quisiera decirle es que su énfasis sobre lo que es legítimo (algo que además de justo debe de ser "cierto, genuino y verdadero") pierde sentido cuando usted mismo utiliza verdades a medias o miente deliberadamente para cuadrar la realidad (una realidad totalmente compleja) a su ideología de "izquierda". Afortunada o desafortunadamente las cosas no son tan sencillas y creo que lo más sensato en estos momentos de inestabilidad económica, política y social, sería transmitir el conocimiento con hechos más reales y no con frases tan explosivas salidas desde la boca misma del estómago. No profesor, ni Evo Morales ni Hugo Chávez son los grandes líderes obedienciales que usted dice, ni Felipe Calderón es el gran dictador injusto que usted pretende presentar como tal. El "acceso a lo real" sería hablar de Evo Morales como un presidente indígena, con ideas sensatas, que enfrenta a las clases altas y poderosas de Bolivia, y no sólo glorificarlo como su más claro ejemplo de un "buen líder". Lo mismo con Hugo Chávez, quien es un presidente popular que ha tomado buenas y malas decisiones, que se nutre del escándalo y del show mediático, y que encierra el germen de un dictador autoritario (recordemos, tan sólo, el intento de reforma constitucional que planteaba -entre otras cosas- reelección indefinida, y sus declaraciones al perder el referendo al decir "no dejaré, bajo ninguna circunstancia, el poder en el 2013 a los enemigos de la Revolución Bolivariana") Y con respecto a Calderón -y otros más-, podemos dudar todo lo que se quiera sobre su origen electoral o sobre su eficiencia al frente de un cargo público, pero creo que se sobrepasan ciertos límites al ridiculizar -en una clase de Filosofía Política- a ciertos personajes como cuasi-dictadores fascistas o al retratarlos como simples políticos despiadados que lo único que buscan es el mal para el pueblo. Veamos, mejor, que el fetiche de lo político se encuentra tanto en los dirigentes de izquierda como de derecha, en todo momento y en todas partes.

Quizá usted no se da cuenta, o tal vez sí y por eso mismo lo hace, pero hay jóvenes que andan buscando un marco filosófico que les permita justificar acciones cada vez más radicales ante un clima de mayor incertidumbre y crispación. Hay milenaristas -además de muchos necios e ingenuos- que claman por "una nueva Revolución", pero que necesitan una idea que los guíe y que convierta sus deseos románticos o sus ansias reprimidas de confrontación en algo trascendente, justo y posible. En vez de atizar soterradamente cada semana el encono ("una autoridad ilegítima no merece mi respeto ni mi obediencia; vean a los imbéciles que roban impunemente nuestras reservas; observen a los traidores que buscan privatizar el petróleo y quieren la destrucción del pueblo") ¿por qué no mejor dejar las frases extremas y hacer críticas más reflexivas y menos destructivas? Si su compromiso es con una idea ética, como usted mismo lo ha dicho, ¿por qué no afirmar con igual énfasis la importancia de una "revolución en las conciencias" en la forma de hacer política? ¿Por qué no ver que a pesar de todo lo negro hay también gris y blanco en este mundo real que escapa a los esquemas y a las categorías de "bueno-justo-legítimo" y "malo-injusto-ilegítimo"? No estoy en contra de sus ideas ni de su posición ideológica. Critico lo que a mi parecer es una manera un tanto irresponsable de presentar su imagen altamente ideologizada de la realidad mexicana. Quizá usted responderá que con tibiezas no se eliminan las injusticias. ¿Y cómo sí?

¿Así, acabando con los traidores? No lo creo.

Atte.

Jordy Meléndez Yúdico

*Enrique Dussel es profesor de Filosofía Política de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México.

7 comentarios:

Ana De Longa dijo...

Híjole! Cuántas veces no estuve tentada a escribirle una carta asi a algún profesor? Obvio, bajo otras temáticas.

Neta te admiro por tu claridad mental, tu excelente organización de ideas y la forma tan congruente en que las plasmas en un texto!

Hablando del tema en cuestión, creo que tienes muchísima razón en que los profesores deben tener cuidado en lo que dicen. Tanto chamaco nihilista y maleable que namás está buscando la oprtunidad de adherirse a una postura, sólo neceitan que les digan rana para brincar y sino tienen la información necesaria o ésta está sezgada por la visión de un "modelo a seguir" puede resultar en cosas peligrosas.

Saludos!

Es muy agradable pasar por aqui =)

Aquiles Digo, antes Jordy dijo...

Pues a ver qué responde el buen Dussel, seguramente ni siquiera le dará la más mínima relevancia a mi crítica o quizá me haga pedazos con una argumentación increíble sobre la libertad de cátedra, no lo sé.

Es un placer encontrarte por aquí tan seguido. Por cierto, está super lindo el cachorrín.

Anónimo dijo...

Creo si yo fuera Dussel no leería ese correo simplemente por haber sido enviado a las 2am (el riesgo de ser insultado o de que alguien te declare su amor es mayor entre 1am y 4am).

Fuera de eso, creo que es un poco absurdo intentar criticar a un filósofo porque se le considera maniqueo, puedes criticarlo como ciudadano, como persona y salirte de la filosofía (ad hominem, tú que mencionas falacias). Estoy segura que Dussel sabe que existen miles de matices entre el blanco y el negro y las distinciones eran más heurísticas que reales. Probablemente también sea aventurado creer que "su posición ideológica lo ciega de vez en cuando" si has asistido a sólo cuatro clases. No digo que lo que apuntas no es real (quizá lo sea), sólo creo que es difícil afirmarlo si lo conoces tan poco.

En fin, espero que Dussel te responda y no te mande leer a Derrida para que lo dejes de molestar. O a Habermas, para recordar por qué Dussel es Dussel.

Aquiles Digo, antes Jordy dijo...

Hola Anónimo (más bien Anónima, creo) Gracias por el comentario. 1) El correo no lleva insultos ni declaraciones de amor, así que confio, quizá ingenuamente, en que algo responderá. 2) Como dice el mismo texto que escribí, a Dussel como filósofo lo admiro, pero le sugeriría que mejor que no juegue cada clase al analista político, o bueno, que si lo quiere hacer, que lo haga con más cuidado, tampoco creo que fuera mucho pedir. 3) Ocho horas de escucharlo tal vez es poco, pero da indicios de algo, ¿no crees? Saludos.
PD. ¿Alguna sugerencia de Derrida?

Anónimo dijo...

Jordy: yo entré solo a una clase del profesor Dussel pero me bastó para compartir tu posición. Supongo, porque no lo sé de cierto, que el profesor Dussel se ha ganado su posición por más de un aporte crucial a la filosofía política pensado desde estas latitudes, pero a mi me desencantó por completo una condena moral que lanzó contra Maquiavelo (se le exigía, si mal no recuerdo, que no hubiese escrito el príncipe para un monarca) y no regrese más. Sabes, he tenido la oportunidad de seguir el trabajo de un filósofo boliviano, alumno dilecto del profesor Dussel, y tengo que confesar que me pareció terriblemente decepcionante: plagado de miradas ahistóricas, lecturas muy sesgadas de teóricos "enemigos" (especialmente Max Weber) y un montón de idealizaciones, parecía más un planfleto que se escondía debajo de jerga filosófica. En fin, tengo la impresión de que el estado de una parte importante de la filosofía política e incluso de la ciencia política boliviana es ése (y no es casualidad, estoy casi seguro, que Dussel tenga tanta influencia allí). Hará falta, en algún momento, una ruptura.

Saludos,

Anónimo dijo...

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