domingo, 30 de agosto de 2009

Cuando el desvelo reconforta

Es tarde y me duele un poco la cabeza (supongo que porque hoy me alimenté solamente de empanadas de pollo con mole). La situación no es extraña ni el entorno distinto: es de madrugada, estoy en mi cuarto, hay un foco fundido, algún grillo canta y me ruge el estómago.

Lo excepcional, si puede decirse así, es esta sensación de "cansancio bien habido".

El insomnio no me es ajeno, pero hay de desvelos a desvelos. No escribiré más por el momento. La entrada larga y reflexiva la dejo para otra ocasión en que pueda teclear sin tanta torpeza. Mis ojos se cierran y mis intestinos se atacan a muerte. Además me estoy mordiendo la mano derecha.

¿Y entonces de qué sirven estas palabras repletas de nada?

Son mi constancia inmediata de un desvelo afortunado.

2 comentarios:

Luis Gabriel Urquieta dijo...

Caray compadre, ¿pues qué pasó? le estuve marcando durante todo el día. Pero bueno, espero que podamos hablar hoy, cuando despierte muuy tarde para vencer su desvelo bien habido

Nuria dijo...

No hay nada mejor que el cansancio bien habido (similar al que ahora siento): la fortuna de vivir.