martes, 27 de enero de 2009

Yo no quiero pagar impuestos

Queridos cuatro lectores, hace tiempo que no escribía en este blog. La pereza, el ocio, la confusión, el desánimo, la tragedia, el hambre, la peste (nótese que alterné sustantivos masculinos y femeninos de irrefutable connotación pesimista, para que nadie me tache de parcial [hey tú, ¡no me taches de parcial!, insensato lector accidental], con esto de que la igualdad de géneros es lo de hoy y que no sé qué y que no sé cuánto...), fueron factores todos que me mantuvieron alejado de la realidad durante varios días, en los cuales tan sólo veía series gringas de televisión, comía palomitas de caramelo [no, no es cierto, no me gustan las palomitas de caramelo], escuchaba canciones de Timbiriche y recitaba poemas de William Blake. De acuerdo, de acuerdo, tienen razón. Una vez más, exagero. Sin embargo, una cosa debería quedarles clara: no escribiría ahora sino fuera porque un propósito elevado me impulsa. Como si de un padre amoroso se tratara, quisiera dejarles aquí un consejo de ineludible sabiduría:

Hay ocasiones en la vida en que es necesario hacer un alto en el camino, dejar todo de lado por un instante, y mirarse de frente en el espejo. Hay momentos en la vida en que una introspección detallada es fundamental para seguir adelante, para descubrir lo que uno está haciendo mal o lo que, de plano, no se está realizando.

No juzgar, sino aceptar para luego cambiar.

Hoy lo hice y esto fue lo que vi:



[No, esperen, esperen mis queridos cuatro lectores, el punto aquí es metafórico, no sean mal pensados (ya me los imagino, ¡bola de morbosos!), pero antes de que sus cabecitas sigan pensando más de la cuenta les aclaro: NO me hice una operación de cambio de sexo, ni aumenté treinta kilos, ni me aclaré la piel ni el cabello. Y NO, tampoco canto en cantinas color amarillo pulcata.]

Muy bien, si la metáfora no es lo suyo, aquí va la sofisticada explicación. Bah, ni siquiera explicación merece este tema. Simplemente desperté recordando que -CHAN, CHAN CHAN- no he hecho mis declaraciones mensuales de impuestos. Son varias ya las noches en que sueño que agentes-ninja de la secretaría de Hacienda, comandados por el misterioso doctor Agcar (de Agustín Carstens, qué ingenio, qué bárbaro, soy buenísimo), me persiguen incansablemente hasta que al final me detienen y me toman las clásicas fotografías de prisionero sosteniendo un cartel con numeritos.

Como en este preciso instante debo salir hecho un bólido a la secretaría de la reforma agraria en busca de datos para la investigación en la que participo junto con mi querida colega Natalia Rivera (a.k.a. Miss ROPs) y el doctor Merino les dejo un apunte final: como buen ciudadano que soy, los invito a ponerse al corriente en todas sus obligaciones fiscales. Yo lo haré esta semana.

PD. La maldad intrínseca del IETU, impuesto que en su momento pensé como una buena medida de recaudación, es más terrible que los villanos de "Viernes 13" y "Pesadilla en la calle del infierno" drogados y alentados por Elba Esther Gordillo.

5 comentarios:

Mau ZC dijo...

Y el siguiente post se llamará "Jordy escribe para hacienda", eso te pasa por haber pensado que el IETU era buena idea.
Menos mal que te derrocaqué e impondré una política de recaudación fiscal liberal.

Por cierto, te faltaron sustantivos neutros... los trasvestis también votan.

Luispa dijo...

Ya que recordamos a los olvidados (y no, no me refiero a los homosexuales) es importante resaltar que la policía fiscal y ley de residuos sólidos son la misma cosa: pura letra muerta; es decir no existen (a menos que seas famoso y necesiten dar un ejemplo). Así que no es por mal aconsejarte, pero relájese. Seguro también pasaste por alto en tu sueño el hecho de que los ninjas de Carstens tendrían más realismo si fueran luchadores de sumo

Saludos!

Aquiles Digo, antes Jordy dijo...

Mau ZC: la verdad es que el IETU tiene una lógica sensata. Lo que me pesa es que al méndigo de Carstens (o su gente) se le haya ocurrido cobrar dentro de "servicios profesionales" a los que hacemos una labor tan noble y desinteresada como es la investigación académica. Ja, no es cierto, da igual. Lo que me pesa son los trámites engorrosos que tengo que hacer.

Chamaco: Gracias por el mal consejo. Creo que al final no iré este mes, pero si llegan los de Hacienda, les diré que fue tu culpa. Tú sigue escribiendo la tesis y conviértete en un gran y prestigiado académico y/o funcionario público de alto nivel. Necesito que alguien me eche la mano desde dentro. Ja, también es broma. Yo sí soy un ciudadano cumplidor.

Ana De Longa dijo...

Desde hace tiempo decidí no formar parte de nuestro bonito sistema de recaudación tributaria (tributo? ni que Carstens fuera Moctezuma), así que llevó varios años "fuera de la ley", espero poder mantenerme así, ya que se me hace una reverenda pendejada compartir con el gobierno (notesé que no con la nación) mi dinero!

Ashhhhh, quiero explicar mejor mi punto, pero ya me tengo que ir! Espero poder desarrollarlo más ampliamente en otra ocasión.

(más ampliamente se oye del nabo, pero aplica el mismo caso, falta de tiempo para encontrar las plabras correctas!!! Eso lo dije o lo pensé?)

Saludos!!!

Anónimo dijo...

Simple y dulce. Estoy pensando en empezar otro blog o cinco muy pronto, y definitivamente voy a considerar este tema. Mantenga 'em coming!