miércoles, 13 de febrero de 2008

Mi muy excelentísima señora W.

Os ruego me permita expresadle unas sinceras palabras de agradecimiento por sus pasadas atenciones y, al mismo tiempo, felicitadla por sus éxitos como narradora del acontecer del reino. Quisiera que esta pequeña esquela fuera no más que una alabanza a vuestra técnica insuperable, sin embargo, el deber y el honor me obligan a contestar cada una de las peticiones que me hace en vuestra anterior (y extensísima) carta con toda la franqueza que poseo. Si bien es cierto que soy un hombre atormentado por conspicuos deseos, creo que vos podría servirme mucho mejor como narradora del reino, bufona del reino o como primera rareza del reino que como mi oficial cortesana. Es cierto, también, que mi madre decidió ponerle fin a mi matrimonio con la gentil princesa de Cachemira y que anda en busca de otra mujer que ocupe mi desolado lecho. Pero pienso que es prudente advertidle que sus expresiones neuróticas y sus constantes cambios de humor causan temor y desconcierto entre mis súbditos. Difícilmente la aceptarían como su reina.

Seré franco, e incluso iré más allá: si bien he recibido con estoico ánimo el mote de “Erick el Caldo” (caliente, en italiano), debo decidle que mi concupiscencia languidece frente a vuestros libidinosos ojos, que sólo expresan un apetito desordenado de placeres deshonestos.

No, no os molestéis conmigo… No dudo de vuestro amor, es más, le admiro y la respeto por ello… pero francamente creo que no es necesario que intente tocar mis partes cada vez que usted piensa que estoy en peligro. No, no estoy
en peligro de morir ahogado ahora… Y por favor, os ruego que no insista: no, no es necesario que usted huela a pescado, os aseguro que no me excita… La
aventura con la señorita Sirenita fue sólo un mal paso que ya ha quedado olvidado. No, no, tampoco es necesario que se embarre la comida en los pechos. Mi muy gentil señora… señorita Wendy, por favor…, olé, dejadme ahí…, se lo ruego, ahhh maja, ohh, ohhh…, dejadme…

No hay comentarios: