miércoles, 13 de febrero de 2008

María


Bienaventurada tú que gozas de la estima de tu Señor. Llena eres de gracia. Los milagros existen y pronto darás a luz aunque no hayas conocido varón. Tendrás que emprender un penoso viaje. Sufrirás por lo que no puedes entender. Te dolerás por la muerte del hijo del Hombre. ¡Anda, avísale a tu esposo y márchate! Él, al principio no lo entenderá, pero José es bueno y no deberá repudiarte. En el trayecto que debes comenzar esta noche quien te de de comer alimentará al mundo. Quien te de posada hospedará al cordero de Dios. Llegarán pastores a glorificar a tu hijo y reyes de lejanos reinos a venerar a tu vástago. Recíbelos a todos. Nada debe detenerte. Inyéctate antibióticos si es necesario, pero representa el papel que te tocó desempeñar. Ahora retírate en paz. Osana en las alturas.

Arcángel Gabriel

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