lunes, 19 de abril de 2010

Ficciones van, ficciones vienen

Bien podría decirte que te amo, que contigo el pasado y el presente se difuminan y que te extraño como hace tiempo no extrañaba a nadie. Podría, pero no lo haré, no porque no lo sienta, sino porque ya no tiene caso.

En mi mente todo se mezcla: tu sonrisa afable y tu mirada clara de hace más de nueve años se me confunden con la imagen de tu cuerpo desnudo y los sonidos de tus acalorados suspiros de hace menos de catorce días. Así son las noches de imprevistas. Tú tuviste una revelación, yo un desengaño. Uno habla, dice cosas, escucha lo que no desea, la cabeza se anega de recuerdos y al final se escribe un cuento, sí, un puto cuento. Porque así es la vida: tanto pinche amor, lágrimas y traiciones quedan reducidas a unas pocas palabras inconexas que no dan luz sobre lo que realmente pasó entre nosotros. Que no explican la ternura de los primeros abrazos. Las miradas furtivas. Los poemas escritos. Los besos siempre prohibidos. Nuestra eterna condición de amantes. Porque a pesar de los silencios intermitentes entre nosotros, eso fue lo que tuvimos: un "amor" que sólo podía existir en el entendido de que ninguno le pertenecía al otro, con la libertad como máxima y en donde no existían celos ni reclamos de ninguna índole. Sin preguntas y sólo con las respuestas necesarias.

Bien podría decirte que te amo, pero no lo haré. La frase me causa conflicto. Es la misma que dijimos cientos de veces a las personas que traicionamos, ellos, ellas, que también nos acurrucaban con esas palabras al caer la noche. Hoy, que hemos prometido no volver a vernos, no diré lo que nunca hubo necesidad de decir. Y en el fondo, lo sabes, prefiero que quede así, el mito, la leyenda alrededor de aquello indefinible y, por ende, ilimitado que viví contigo. Porque de todas las ficciones, la tuya fue la más real y prolongada. La única que valió la pena.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso, simplemente precioso... no puedo añadir más.

Un saludo!

Ray dijo...

Muy buen escrito. Aunque nunca he sido un ser romático. Cuando algo se termina no suelo atormentarme y me enfoco más en levantarme el ánimo y reintegrarme de nuevo.

Quizá debería siquiera hacer un poquito más el intento por "revivir" el amor. Debería, pero no.

Morí Atropellada dijo...

excelente entrada! incluso aquéllos que no lo han pasado por algo similar sienten la piel chinita cuando lo leen :)

Anónima prescindible dijo...

Vaya- Me dejaste impactada, me llegó muchísimo. Me transmitiste a la perfección todos los sentimientos del cuento: tristeza, frustración, desesperanza, AMOR. La forma como explicas el amor de los amantes es tan cierta, pero a la vez tan difícil de lograr.

Sólo como colofón. Por lo general tengo un súper poder que me hace detectar la cursilería al momento y detesto las narrativas "romanticonas", pero tu cuento para nada me pareció cursi ni "románticón", sino algo muy muy preciso, real. Un saludo. Ay, qué mal que vivas tan lejos.

Unknown dijo...

Realmente impresionado... fuiste a la intensidad total y al gusto de un adios sin precedentes.

Respeto la forma en que escribes. Me impresiono.

Un penique dijo...

:) ¡Qué bonito!

Borchácalas dijo...

Si tuviera que salvar un solo fragmento de todo el cuento, sería la siguiente:

Uno habla, dice cosas, escucha lo que no desea, la cabeza se anega de recuerdos y al final se escribe un cuento, sí, un puto cuento. Porque así es la vida: tanto pinche amor, lágrimas y traiciones quedan reducidas a unas pocas palabras inconexas que no dan luz sobre lo que realmente pasó entre nosotros.

Porque es demasiado cierto. Nos terminamos resignando a que todo lo que queda serán unas cuantas palabras en papel o en la pantalla del ordenador. Nada más.

Suerte mi Jordy, nos andamos viendo y un abrazo. pronto.

Quizá la inspiración del cuento... dijo...

Por qué yo recibí otra versión del cuento?