lunes, 2 de febrero de 2009

Pensamientos sobre la crisis económica





Recuerdo que hace ya casi dos años comencé a seguir con inusitado interés las noticias que daban cuenta de los primeros síntomas de la crisis hipotecaria en Estados Unidos. Al principio no entendía nada sobre las "burbujas inmobiliarias", ni sobre los créditos subprime, ni sobre las pirámides de deuda. Debo decir que fue gracias a las excelentes y muy pedagógicas entradas de mi profesor de micro y macroeconomía en el Colegio de México, Gerardo Esquivel, que empecé a comprender qué estaba pasando con el sector de la vivienda en Estados Unidos, por qué se comenzaba a restringir el crédito y por qué los grandes e históricos bancos de inversión norteamericanos se venían abajo como tigres de papel. Vino después la temida debacle de Wall Street, seguida de varios lunes negros para los mercados de valores de todo el mundo. Dediqué varias entradas a este tema, pues me impresionaba muchísimo pensar que esas cosas alejadas y casi metafísicas como "el índice de precios y cotizaciones", "la bolsa", "los mercados", "la crisis financiera", terminarían teniendo graves repercusiones en la economía real de las personas.

Me llevó bastante tiempo entender la crisis en toda su magnitud. No, no, no. Miento, seguramente ni siquiera estoy cerca de alcanzar a comprenderla, pero lo que sí entendí es que es necesario hacer algo para luchar contra ella. Gobiernos, empresas y mercados no se pueden quedar impávidos ante una situación que amenaza con colapsar el sistema económico imperante y comenzaron los planes de rescate, los proyectos de infraestructura, las nacionalizaciones estratégicas, los fondos de ayuda. Sin embargo, lo que era como un rumor, como un fantasma acechante -"la crisis económica"- apareció de pronto y de manera dramática. La caída de las bolsas de valores dejó de ser noticia y desde hace algunas semanas el impacto de la crisis se mide en número de empleos perdidos por día. Hace una semana se perdieron nada más y nada menos que 70 mil empleos, vean la desalentadora nota aquí. Y ya para qué hablamos del anuncio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que pronostica que tan sólo en este año se perderán más de 51 millones de empleos.



Y mientras tanto, ¿qué pasa en México? La situación, ya de por sí delicada por la guerra contra el narcotráfico, parece aún más oscura cuando se conjuga el tema económico. Por un lado, tenemos a un gobernador del Banco de México que vislumbra un panorama nada halagüeño, a un secretario de Hacienda y Crédito Público que se cansa de equivocarse en sus pronósticos de crecimiento y a un presidente de la república que pareciera empeñado en ser la peor caricatura que hacen sus opositores de él: un pelele. Recuerdo aquel anuncio de Calderón en junio de 2008 diciendo que se congelarían los precios de varios productos de primera necesidad. Demagogia pura o falacia absoluta, pues sólo se congelaba el precio de algunos productos de ciertas marcas y ciertas presentaciones. [Por ejemplo, no se congeló el precio del "atún en lata", sino el precio del atún en lata de 170 gramos de la marca Dolores. ¡Ja, qué listillo!] Luego vino la tan esperada "Reforma Energética" que no ha mostrado ninguna ventaja o beneficio real. ¿Y qué tal el anuncio de Calderón de que se construiría una nueva refinería? No suena mal, sin embargo, de aquel megaproyecto detonador del empleo no se ha vuelto a mencionar nada. ¿Dónde y cuándo se construirá? Nadie sabe.




Pero no seamos injustos con Calderón. El estancamiento económico y la inequidad social no sólo le corresponde a él. Por otro lado están los poderes fácticos y los intereses creados que pretenden a toda costa mantener sus altas rentas y, al mismo tiempo, quieren seguir lavándose la cara ante la opinión pública como si fueran los buenos e indispensables actores de la telenovela. Me refiero especialmente a las televisoras, a los principales bancos extranjeros que operan en México, a Telmex y Grupo Carso, a los poderosos sindicatos de la educación y el petrolero, etcétera.

Ya se ha dicho anteriormente, pero es necesario recalcarlo: es hora de que tanto el gobierno como los partidos políticos de todas las denominaciones, a la par que el sector privado, vean por el bien del país. Si no lo hacen por visión estratégica, caridad, ni altura de miras está bien, que no lo hagan por eso, que lo hagan por mera y simple supervivencia. Mantener los privilegios de los altos funcionarios, de los políticos ineptos o de los empresarios aprovechados a costa de quienes ya no pueden sostenerse es insensato y suicida.

Y el Estado mexicano debe aprender que las situaciones de crisis pueden ser siempre una oportunidad para mejorar.

[¡¡ATENCIÓN!! ¡¡ATENCIÓN!! Queridos cinco lectores, si no leyeron el post porque les pareció aburrido, pesimista, anacrónico, petulante, taciturno o insustancial (o simplemente porque son extranjeros y no les interesa el tema de México), NO IMPORTA, pero los conmino, los exhorto, los reto incluso a que lean la ponencia de la profesora Dresser aquí. Si lo suyo, lo suyo no es la lectura, entonces vean el siguiente video. Aclaro que nunca he sido fan ni seguidor entusiasta de Denise Dresser, sin embargo, la ponencia que leyó en el Foro económico "México ante la crisis ¿Qué hacer para crecer?" organizado por el Senado de la República es simplemente una muestra de valentía e inteligencia.]


1 comentario:

Anónimo dijo...

Resulta siempre muy interesante saber tus puntos de vista:)
Me encantó el video! muy valiente la profesora! Todo un ejemplo de elocuencia, inteligencia, arrojo, y seguridad al exponer!
gracias por ponerlo en mi camino.