Me agradan los cuentos cortos, sobre todo cuando pocas palabras se transforman en una historia verdaderamente digna de imaginarse. Cuentos hay muchos, historias que valgan la pena no tantas.
El profesor se levantó y preguntó por la tarea. Ella no la tenía. El castigo fue una charla.
Ahí fue evidente que los pensamientos inconexos son más rápidos y sugerentes que las reflexiones finales. Y que la prudencia es escasa.
El pesamiento se perdió sin más. La reflexión -nebulosa y triste- permaneció, sin embargo.
Uno cada vez se enamora menos. Y cuando lo hace, se enamora cuando no debe. O de quien no debe.
Y todo es una burla constante.
3 comentarios:
Todo es una burla constante y de eso no cabe duda. Dios tiene maneras extrañas de decir "te quiero".
Exacto.
Me he quedado sola en el club de los optimistas...
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