Ayer, mientras dormía, me entró un miedo que no sentía hacía años y tuve la certeza de que ya no es posible aplazar más las cosas. Que me estoy muriendo en vida y que hay cosas que se están apagando para siempre. La capacidad de asombro es muy distinta y el cinismo raya en lo peligroso. También entendí plena y cabalmente que el sufrimiento ajeno es el sentimiento que menos osamos entender y compartir. Es lo lógico, es lo natural.
La frase es corta, pero quiero dotarla de un gran peso: "en ocasiones como ésta sólo nos queda huir hacia adelante."
Nos veremos aquí mucho más seguido que de costumbre. Lo prometo.
5 comentarios:
Estás bien muchacho?
que conste que lo has prometido.
¡Abrazo!
Ay dios, me dio vértigo.
Arrieros somos y en el camino andamos, además el tiempo es relativo...
Paz.
"Huir hacia adelante": grande!!
Lo bueno de ya no poder aplazar las cosas es que tampoco puedes decir "pronto".
Un abrazo!
N
Publicar un comentario