Quizá ya olvidó lo poco que sabía y desconoce por completo lo nuevo que ha llegado.
Mis gustos y aficiones primarias son más o menos las mismas, pero las ideas, los corajes y las tristezas son distintas. Bien distintas.
Cada vez me duelo menos, pero la melancolía es más profunda y pesada.
Sigo con la emoción ingenua al descubrir nuevos mundos, pero el asombro es más fugaz.
La construcción de una identidad propia está casi lograda, pero eso no me hace ni más, ni mejor persona.
Busco hacia adelante y hacia atrás, miro al futuro y al pasado, pero me sigo perdiendo en el tiempo. No hay un "aquí y ahora" claro, todo es indefinido. Desgraciadamente indefinido.
Despierto soñando fantasías crueles de diálogos exactos, y no sé por qué me sigo aferrando a supuestos absurdos. El sueño de esta mañana ha sido más nítido y claro de todos. Primero, un abrazo. El más tierno, amoroso y cálido de cuantos hayamos tenido nunca. Luego, la frase. "Ya tuvimos nuestras oportunidades", me dice la voz de una mujer calmada y serena y de ojos infinitos mientras intento sin éxito articular una respuesta desesperada. Finalmente, un beso. El último de esta vida-fantasía, más por lástima y nostalgia que por amor y deseo.
Recorro los rincones más íntimos de una historia que no terminó y presiento la "normalidad" que se avecina. De corazón, no lo quiero. Pero entiendo que es lo único que nos queda.
Usted no me conoce, porque dudará de estos mensajes y no entenderá a cabalidad mi tristeza.
Da igual, porque tampoco vivimos sólo de añoranzas y pasiones añejas. Las sonrisas que usted no ha visto, las alegrías que desconoce, los proyectos que avanzan, sí existen y usted lo sabe. Ambos lo sabemos. Y es hora de aceptarlo. De yo aceptarlo.
Yo no la conzco. Es usted una imagen difusa y un nombre casi impronunciable. Pero eso no es novedad, siempre fue un misterio y su mundo, una quimera. ¿Dónde está y qué hace? ¿Anda mostrando al mundo su locura? ¿Explotando los dones que se le dieron? ¿Muriendo como un volcán y renaciendo como el Ave Fenix? Los lugares comúnes me los sé de sobra. Usted está aquí, conmigo, siempre lo estará.
Pero volvamos al punto.
Usted no me conoce, yo no la conozco, quizá ahora menos que nunca. ¿Y saberlo qué cambiará?
Nada, el mundo sigue su marcha con su cantidad ingente de buenos deseos, medianas acciones y muchísima mierda. Todo cambia, sí. Pero no realmente.
1 comentario:
Está linda esta entrada.
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