miércoles, 1 de octubre de 2008

España y México: historia, cultura, amistad y sueños compartidos.

Hoy "sus altezas reales", los principes de Asturias estuvieron en la celebración de los 70 años de la fundación de la Casa de España, antecesora del Colegio de México. Había mucha gente y un gran dispositivo de seguridad. Como pocas veces, el Colmex lucía a su máxima capacidad. Vaya que había expectación por ver a los Borbones. Comenzó el discurso del presidente del Colegio de México. Mencionó lo obvio: la historia, el lenguaje, la cultura. Pasaron los discursos protocolarios de algunos funcionarios. Cerró la ceremonia Felipe de Borbón. Su discurso fue sencillo y claro: "Los lazos entre México y España van mucho más allá de un lenguaje compartido, y en estos momentos, no sólo México debe agradecer los esfuerzos docentes y académicos del Colegio de México, sino que toda Iberoamérica debe estar pendiente de estos". El principe de Asturias también destacó y agradeció la acción realizada por el gobierno y el pueblo mexicano el siglo pasado, cuando dio asilo a los exiliados españoles. En el momento más emotivo de su discurso, Felipe de Borbón afirmó que con ese exilio perdió España y ganó México, pues recibió a lo más valioso de la llamada Edad de Plata de su país. Terminaron pues los discursos y me quedé pensando "quiero volver a España y estrechar las relaciones entre nuestros pueblos"



A las 18:30 hrs. comenzó la junta del grupo "Pensar el desarrollo" (grupo de estudiantes del Colegio de México que compartimos un interés social y un ánimo decidido de actuar y no sólo quedarnos en lo etéreo del análisis académico). Nuevamente me dio mucho gusto ver el entusiasmo entre mis compañeros por el proyecto que la semana pasada les propuse: trabajar con familias de Iztapalapa (que sufren de problemas de desabasto de agua) y construir en sus casas un sistema de captación de agua pluvial. Me encanta estar ahí, llevando las discusiones y concretando soluciones. Todos los compañeros han asumido el proyecto como un verdadero reto. Así pues, vimos los avances, repartimos nuevas tareas y surgieron dudas que poco a poco fuimos despejando. Casi al finalizar la junta, una compañera preguntó si todos nos comprometíamos a estar cada semana trabajando en el proyecto. Sentí que la pregunta tenía destinatario y dije "Yo sé perfectamente que los que estamos aquí tenemos un interés muy grande de que esto se cumpla. Creo que todos los aquí presentes estamos verdaderamente comprometidos con el proyecto. Sin embargo, creo que es mejor dejar los cosas claras desde ahora. No sé si pueda estar con ustedes durante todo el proceso (es casi un año, primero cuatro meses de investigación académica y luego la puesta en marcha del proyecto) y bien, quiero explicar mis razones. Es probable que dentro de poco vuelva a España -mínimo dos semanas- pero lo más importante es esto: si por alguna casualidad del destino puedo irme a estudiar allí una maestría o algo, lo siento, pero me voy a ir y desde allá les mandaré mis mejores deseos". En el salón había como siete compañeros, todos dijeron "claro, te entendemos, una maestría es una maestría", pero de todos, sólo uno de ellos sonrió al escuchar sobre mis planes en el futuro cercano. "Has hablado bien", -me dijo Rodrigo Martínez, compañero que sabe las razones de mi interés en España-, "finalmente uno tiene que ir a buscar su destino". "Yo, que siento que encontré mi lugar en el mundo, simplemente quiero regresar a él, a ese Lugar Hallado"- respondí con una sonrisa.

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