martes, 20 de mayo de 2008

Sobre la (ir)racionalidad de ciertas tristezas...

Luis:


... y fue entonces que me di cuenta que todo era sólo cuestión de perspectiva. No era, de ninguna manera, un dolor que me paralizara, pero tampoco era -definitivamente- tan pequeño como para no darle importancia.

... y fue así que cerré los ojos y me vi en la imposibilidad de gritar, a pesar de que lentamente mi cuerpo, pero sobre todo mi cabeza, lanzaban injustos improperios contra todo un pasado, todo un presente y todo un futuro.

...y fue así, de pronto, que sentí un asco y unas nauseas que me acercaron a la inconsciencia y a la irracionalidad sin límites.

No dormí, por lo tanto no sé si ya habré despertado.

En la distancia las sensaciones se hacen extremas, algo recordarás de esto. Un día de felicidad vale como un mes entero de sonrisas, y una noche de desdicha puede parecer la entrada al mismo infierno.

... y fue entonces que me perdí en los recuerdos, los buenos y los malos, y me extravié en la memoria, con una sensación de no volver.

Volví súbitamente, con una idea y muchas preguntas, pero no con la suficiente fuerza de espíritu para encararlas.

... y fue así que decidí agradecer, de manera genuina, el cariño y la entrega, el conocimiento y la paciencia, el amor y la ternura.

Pero, tú que me conoces lo debes de saber bien, el torrente de sensaciones era tal que terminó por desbordarse.

... y fue así, de pronto, que volvieron los mareos provocados por las palabras que develaron misterios. "Cinismo" "Hipocresía" eran palabras que se marcaban como con acero hirviendo en mi cabeza.

No he podido llorar, a pesar de que lo he intentado. No ha llegado la necesaria calma. Ayer, por la noche, y como si de un niño se tratara, me revolvía entre las sábanas, pidiendo a cualquier ser extraterreno que quisiera escuchar mis súplicas la suficiente inteligencia para no terminar "solo, triste y arrepentido" el último día de mi vida.

... y fue entonces que pensé en llamarte, pensé en llamarla, pensé en llamar incluso a mi madre, con un ansia reprimida de buscar consuelo y palabras de cariño.

... y fue así que después de la tercera noche de relativo insomnio, me decidí por esperar. "Quizá me llegue un correo, una respuesta, quizá pueda sentir que le importa mi tristeza." -pensé, ilusamente pensé.

... y fue así, de pronto, que me di cuenta que el sufrimiento es justamente de las sensaciones que menos aceptamos compartir. Siempre será mucho más fácil compartir la felicidad, la risa, los triunfos, el orgullo, etcétera. Incluso la tristeza y el desaliento se comparten más a menudo, pero sólo en pequeñas porciones.

... y fue así, por primera vez, que me di plena cuenta de lo lejos que estoy de casa. No había sido plenamente consciente de ello ni siquiera cuando -hace ya un mes- una enfermera me decía en alemán "Heben Sie Ihre Arme ... atmen ... entkleiden Sie Ihren Körper" y yo levantaba los brazos, me desvestía y sentía el frío de los nódulos que me conectaban en el cuerpo; ni siquiera cuando le compraba a una señora turca las medicinas que tendré que tomar todas las mañanas durante el resto de mi vida; ni siquiera cuando un doctor entrometido me hacía una valoración médica y me decía con voz engolada y como si fuera necesario asustarme más "¿Usted fuma mucho? Seamos francos. Tome en cuenta que hipertensión a su edad no es normal. Le acaba de quitar un 10-30% a su expectativa normal de vida"


Me doy cuenta de lo lejos que estoy de casa, justamente cuando no puedo platicar de este dolor y de esta tristeza con nadie. Me doy cuenta de lo lejos que estoy de casa cuando quisiera abrir la boca y exteriorizar lo que siento, lo que pienso y lo que creo, pero lo único que encuentro a mi alrededor son personas fantásticas y agradables, pero que no quisieran ver su felicidad interrumpida con mis problemas. Me doy cuenta de lo lejos que estoy de casa cuando veo que mis conflictos con gente que quiero tendrán que morir y pudrirse por sí solos, pues no existe la posibilidad de ahogarlos juntos en la próxima borrachera, en el próximo brindis, en el próximo baile, en el próximo abrazo, en el próximo beso. Me doy cuenta de lo lejos que estoy de mis amigos cuando aparecen anécdotas que no entiendo y se develan misterios que ya todos conocían pero que yo no imaginaba. Me doy cuenta de lo lejos que estoy de casa cuando mi única manera de saber de alguien es por un hi5 que me habla de manera impersonal sobre la tranquilidad, la diversión y la bondad de la vida, pero que no me dice nada sobre la tristeza, el dolor y el sufrimiento. Y es entonces que me pregunto: ¿podré platicarlo contigo, Luis? No sé si te interese saberlo (disculpa, no es reproche aunque así suene) pero en verdad estoy muy triste. Muy triste. Fue un fin de semana para olvidar. Las nauseas continuaron hasta el día de hoy.



¿Pero por qué tanta tristeza moleque?- me gustaría pensar que me preguntas.

Pues tristeza...así nomás... tristeza simple... sencilla... profunda. Me duele mucho el corazón de pronto. Me duele un pasado que no termina, un presente que no cuaja y un futuro que se vislumbra extraño. El viernes sentí que se me instalaba en el pecho un dolor de muchos años, un dolor guardado, guardado; una tristeza añeja, antigua, pero también muy actual.


Una tristeza que me ahoga por saberme un mal amigo en la mayoría de las ocasiones, un mal novio, un mal compañero. Me pregunto si en verdad todo esto es mi culpa. La respuesta, al parecer es obvia y terminante: sí. Sí es mi culpa, sí es mi culpa. Siempre termino por desaprovechar las mejores oportunidades, y al final la cosecha está perdida. Peor aún si le aumentamos la distancia. Peor al darme cuenta que fueron sólo mis actitudes y mis silencios los que terminaron por desembocar en este dolor que asfixia.

En estos momentos me gustaría pensar que estoy en el sillón azul reclinable de tu cuarto y que se mueve gracias a los movimientos de mis pies y que te platico de todo esto de manera tranquila y pausada. Me gustaría pensar que estás por ahí escuchando, como siempre con atención, mis historias, mis alegrías y mis tristezas, llevándote de vez en vez la mano izquierda a la boca para decir de manera intempestiva "nooooo" "uff, qué fuerte" "sssssss" o alguna expresión en portugués "nossa Senhora!", francés "ohhh putaan!" o italiano "porco Dio!"que relajaría el ambiente de cierta melancolía.

Soñar e imaginar. Platicar sobre política, sobre el "Chuchinero", sobre el debate petrólero, sobre las brigadas, sobre Calderón, sobre Hugo Chávez, sobre McCain y Obama y Clinton.


Revivir anécdotas "Hola Luis... te traje esto... toma... dónde está tu amigo Jordy?", así como crear las nuevas. Escuchar algunos comentarios sobre tus nuevas visiones humanísticas, sobre los Caracoles, sobre Dussel, sobre lo que sea. Hablar de Corral y sus aciertos, sus tropiezos y sus silencios. Escuchar sobre las películas de tu papá, la de la guerrilla, "Muelle Rojo", etcétera, o cantar una que otra de las canciones de tu mamá "Porque en nuestro camino... una y griega formó... la y griega se fue abriendo... tu mano me soltóooo". Reír y cantar en el Platina "Somos loucos", "Música ligera", "Ay amor... qué hacer con este amor... no sé quién soy... me mata este dolor..."

Tú con Gabriela.


Karun, su cigarrillo y su guitarra.


(Qué curioso, la foto la encontré después de escribir la frase, no al revés)


Lástima. Puros sueños. Todo, absolutamente todo termina por irse.

Se van las lágrimas, se van los años, se van los amores, se van los hijos (jaja), se van los recuerdos... ¿Qué permanece Luis? Es cierto, es cierto, ¿Qué diría Heráclito en este caso? "Todo cambia y hay que aceptar esos cambios."? ¿Qué diría Schopenhauer en este caso? "Voluntad, eso es todo lo que importa"? Qué diría Nietzsche, qué diría Heidegger, qué Kierkegaard? Bah, no me importa tanto.

Me gustaría saber, en específico, si TÚ crees que aún en la distancia la amistad se conserva. La amistad, que supuestamente difiere del amor por la libertad y la confianza mutua que encierra. "Constancia y confianza" me dijiste una vez, hace ya algunos años cuando me contabas sobre ciertas situaciones chistosas referidas a nuestra nueva Santa Lorena de Teotihuacán. "Constancia y confianza" parecíamos decir cada semana "-Qué onda, ¿dónde andas? -Voy llegando a mi casa. -Yo voy saliendo del Colmex. ¿No hay bronca si paso un rato? -No, claro, pasa y vamos por unos Manolo y unas chelitas." "Constanza... perdón... Constancia y Confianza". Y las más de las veces, Jordy y Luis platicando en la sala sobre todo y nada hasta altas horas de la noche sin necesidad de bebidas embriagantes. Jordy diciendo "Chale... es tardísimo, pasado mañana tengo una exposición... ¡y no he cenado!" Luis diciendo "Pues vamos a ver qué preparó la Mamma". Jordy asaltando en despoblado tu refrigerador. Luis saliendo a la puerta a despedirme. Jordy haciendo adiós con la mano antes de acelerar. Ah, carajo, no quiero sonar cursi ni ridículo, pero cómo me hace falta un buen brindis con usté pinche compadre.



Desde aquí, créame, no sólo le dejo mis palabras de confusión y tristeza. También le mando mis mejores saludos. Hágalos extensivos a su digna señora Gabrielucha. ¡Salud por ustedes! Aunque ahora que lo pienso más detenidamente, se merecen mucho más que estos "brindis vulgares". Ya les llegará algo.

Por increíble que parezca regresó el frío a Berlín, no es metáfora. Sin embargo, hay un poco de sol. Varios cientos de hojas en inglés esperan ávidas a ser leídas. El alemán, ¡oh hermoso y complicado alemán! me reta con ojos guerreros. La lucha será ardua... lo sé... pero algún día lo dominaré...

Hoy fui, acompañado de mi soledad... (perdón, pero me acordé de este poema que escribí en 5to de prepa): "

Su nombre es propio de belleza inerte

Se relaciona con mis amigas de siempre

Augusta Melancolía y Triste Ansiedad

He aquí el nombre de mi novia: Soledad.

Te decía que hoy fui a la Philharmonie de Berlín, pues cada martes dan conciertos gratis. Pues cuál va siendo la sorpresa de todos los ahí reunidos cuando de pronto nos dicen de manera exageradamente tranquila que "debido a una falla técnica tenemos que salir del lugar inmediatamente". Todos caminando en calma, nadie sabe qué sucede. Llegan bomberos, cientos de bomberos. Y al final... humo... mucho humo. ¡Se incendió el edificio! Para que veas las fotos del periódico: http://www.berlinonline.de/berliner-zeitung/berlin/100887/index.php

Meu Deus... Poha, Poha... estou fodido!

Un abrazo, pues...

Dos abrazos... tres... los que sean.

Te aprecio mucho Luis, disculpa que te atosigue y te fatigue con estos mis "problemas".
Desde la Reuterstrasse y mientras escucho como dos niños turcos se quejan en alemán de que su hermana les acaba de meter un gol de fantasía...





Auf Wiedersehen!

Jordy


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