domingo, 25 de mayo de 2008

Gracias. Manuel Acuña.

"...yo, niña, he comprendido que no hay queja


como la queja que respuesta no halla,


que no hay pesar como el pesar oculto,


que no hay dolor como el dolor que calla,


y que triste el llorar, agobia menos


la calcinante lágrima que rueda,


cuando una mano cariñosa enjuga


la que temblando en las pestañas queda.


¡ Sí, niña! Desde ahora


ya al sufrimiento no seré cobarde,


ni me hará estremecer aterradora


la llegada tristísima de esa hora


que empieza en las tinieblas de la tarde..."

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