miércoles, 13 de febrero de 2008

Querida Vengadora

En primer lugar, quiero decirle que soy una de sus más grandes admiradoras y leo su columna cada semana en la revista La Dolce Vendetta. Empiezo sin tapujos: soy una mujer apocada que sufre constantemente los maltratos de los hombres. Sin saber si el problema radica en mi naturaleza maternal, reconozco que me comienza a causar conflicto el que cada hombre que va apareciendo en mi vida, después de consentirlo y atenderlo con toda la ternura de la que soy capaz, se esfume sin dejar rastro. En ocasiones pienso que mi amor incondicional les da la seguridad que necesitan momentáneamente para salir adelante. Y yo soy feliz, no lo niego, al pensar que ellos no sólo me engañan y que no sólo pretenden sacar ventaja de mi pobre condición de mujer débil y sumisa. Sin embargo, después de varios años me comienzo a cansar. Desconozco las razones que los hombres puedan tener para tratarme así. Por eso le escribo, para preguntarle si es posible amar a los hombres sin recibir amor a cambio. ¿Cómo concilio mi necesidad imperiosa de cuidarlos sin rebajarme a ser una sirvienta a las órdenes de sus necesidades?, ¿De dónde obtengo la fuerza para salir adelante yo misma?, ¿Cómo puedo ser como usted?

Atte. Sumisa Apocada.

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