domingo, 28 de junio de 2009

Una noche en Toluca: entre irlandesas borrachas y un danés tepiteño.

Mi hermana vive en Toluca. Me lleva 11 años pero aún conserva un espíritu jovial, animado y fiestero, que la hace parecer una veinteañera más. Desde hace como tres semanas me avisó que una de sus compañeras de trabajo -una irlandesa de 22 años que vino a hacer sus prácticas en México- estaba organizando su fiesta de despedida en el mejor antro de Toluca (ja), y que quería que la acompañara al evento.

La irlandesa y mi hermana se hicieron grandes amigas desde hace algunos meses y compartían confidencias curiosas. Según la historia oficial, en una de esas charlas semi-profundas sobre el acontecer mundial, la irlandesa comentó que ella conocía a Bill Clinton, a Jeffrey Davidow, y que tenía una tía embajadora o algo así. Al parecer, mi hermana se quedó ligeramente sorprendida y lo único que alcanzó a decir fue "yo tengo un hermano que estudió Relaciones Internacionales". Sinceramente no sé cómo habrá sido ese momento, pero el caso es que la irlandesa dijo "great! invite him to my party!".

Obvio yo no tenía ganas de ir, el ambiente de los antros me parece aburrido y demasiado pretencioso. Y casi nunca me sé las canciones de moda. Pero mi hermana pensó que, como la fiesta sería de casi puro chavo, yo me la pasaría a toda madre. El caso es que ahí voy a Toluca, desvelado y agotado y con mil cosas en la cabeza, pero ahí voy. El plan de la irlandesa era comenzar la convivencia en un Friday's y ya más entrada la noche ir a "Classico", el famoso antro toluqueño.

(Dado que no me aprendí los nombres de las irlandesas y que todas compartían rasgos de cierta obesidad, de ahora en adelante las mencionaré por el color de sus vestidos. La de negro era la de la fiesta, la compañera de mi hermana. La de rojo era la hermana de la de negro. La de azul era la mejor amiga de la de negro. La de rosa y la de morado eran amigas de la de azul, pero para la historia son casi irrelevantes. Sí entendieron, ¿verdad?)

Dado que el tiempo apremia, haré un breve listado de acontecimientos.

1. El inicio. Cuando llegamos a Friday's, éramos casi 30 personas las que compartíamos mesa. La gran mayoría, chicos y chicas de 20 años, de camisas desabotonadas y flamantes vestidos. Muchos de ellos, además, comían ingentes hamburguesas y ensaladas light con huevo, jamón y pollo. Eran los "amigos" de la de negro

2. Los vítores. Más de una persona le preguntó a mi hermana "¿él es tu novio?", refiriéndose a mí. "No, es mi hermano", era la contestación obvia. De pronto, gracias a los gritos de un danés exótico, pasamos a ser vitoreados y fotografiados como artistas de televisión. "¡Los hermanos, los hermanos!", gritaban personas desconocidas -y notoriamente briagas- como una forma de mostrar su mmm... briaguéz.

3. El Irish Dancing. La de rosa y la de morado -dos de las más borrachas para ese momento de la noche- quisieron hacer una exhibición de Irish dancing, pero lo único que lograron fue sacarse ampollas horrorosas en los pies, romper un vaso de cerveza y causar conmoción cuando, de tanto brincar, a una de ellas casi se le sale un seno entero.

4. El danés y su novia. Me tocó sentarme junto a una mexicana -que trabaja en la embajada de EU en México- y su novio, el danés exótico. El danés poseía una hiperactividad tremenda. Gritaba, aclamaba, fotografíaba, reía, cantaba, brincaba, albureaba, todo en español, pero para hacerlo aún más entretenido, mezclaba frases eminentemente fresas con un acento tepiteño absoluto. "Aguantaaaa weeeey, Dinamarca es aburrida, o sea wey, yo me vine a México y desde hace seis años vivo en la Condesa, o sea, super bien ubicado, soy un condechi, wey, ¡a huevo!

5. Las nuevas amistades. El danés y su novia resultaron ser las personas más interesantes de la noche. Platicamos de todo y salió a relucir el proyecto de Distintas Latitudes. Quedamos de vernos de nuevo el próximo miércoles para que me presenten a un chileno que escribe en Neewsweek en español, y para hacer una cena internacional: Natalia G. cocinará algo venezolano, el danés hará un postre, la mexicana enchiladas y yo... mmm... agua de limón.

6. El baile con los meseros. Las irlandesas y varias mexicanas más, entre ellas mi hermana, se pusieron a bailar en Friday's cuanto se escucharon ritmos salseros y reguetoneros. En el momento más álgido, "atraparon" a una de las meseras que iba pasando por allí y la hicieron bailar a ritmo de "de reversa mami, de reversa". Todos los demás meseros, nada flojos, llegaron a secundar a su compañera. Fue una de las escenas más absurdas y divertidas que recuerdo haber visto últimamente.

7. Problemas al pagar la cuenta. Como quince de los "amigos" de la de negro, muchos de los cuales se habían comido sus hamburguesitas y sus ensaladitas, desaparecieron súbitamente, dejando en las arcas comunales apenas 800 pesos. ¡Había un faltante de casi cuatro mil pesos! La mexicana (novia del danés) se puso las pilas y descubrió que los méndigos del Friday's nos estaban cobrando casi 30% de propina. Al final todo se solucionó gracias a las artes seductoras de las irlandesas. Gorditas, sí, pero güeras y de ojos azules al fin y al cabo.

8. La nausea. La de azul, la de rojo y la de rosa se fueron con mi hermana y conmigo en el coche rumbo al antro. Todo parecía normal: risas, cuchicheos, plática insustancial sobre esto y aquello, hasta que escuché que una de las irlandesas preguntó a la de azul: "are you feeling sick? do you want to..." y la chica sólo alcanzó a asentir levemente con la cabeza. De pronto todas comenzaron a gritar y a intentar abrir las puertas del coche. "She is going to throw up!", gritaban como locas. En pleno Paseo Tollocan quisieron bajarse para que la chica vomitara, pero mi hermana les alcanzó a decir: "are you crazy? This is a speedway, we can't stop here!". La de azul mostró un coraje y una dignidad que he visto en pocos ebrios. Aguantó estoicamente hasta que pude orillarme, se bajó ella sola del coche, intentó caminar y se tambaleó levemente, y luego, como haciendo un doble florente imaginario, se llevó la mano izquierda a su boca, caminó tres pasos, se recogió el cabello con una gracia y un porte sin igual y... vació el estómago. Mi hermana y la de rosa salieron del coche a auxiliarla, y justo cuando ya estábamaos por irnos... que llega la policía. "¿Todo bien, joven?", me preguntaron. "Sí, todo bien", respondí. Las irlandesas se notaban increíblemente sacadas de onda, y decían a los dos oficiales, "lo siento, I'm sorry, lo siento, I'm sorry". Al final no pasó nada.

9. El antro. Llegamos al famoso antro y estaba atascadísimo de señoritas de vestidos cortos y jóvenes pretenciosos que, en su mayoría, sólo intentaban zorrear. Era imposible bailar, a menos que bailar fuera retorcerce en ese caldo humano de cientos de personas que se sentían muy "cool". También era imposible platicar, así que me dediqué a observar el comprotamiento de mis congéneres. En específico, me resultó gracioso un tipo gordito, que vestía al último grito de la moda -zapatos blancos, camisa desabotonada mostrando pelo en pecho, saco beige, arete en la oreja izquierda-, que intentaba ligarse a una de las irlandesas, con poco éxito. El chico de pronto llegó con una copa y se la ofreció a la de negro pero ella la rechazó y a éste no le quedó sino gritar, con total indignación, y haciendo evidente que se sentía ofendido "pero, pero es champañ, ¡me costó bien caro!".

10. La huída. Mi hermana comprendió, finalmente, que aunque tiene un espíritu jovial, sus años de veinteañera ya quedaron atrás. Así que comenzó a despedirse. Fue tragicómico. Las irlandesas se despidieron de mi hermana como si fuera su amiga de toda la vida. Lloraron. Hicieron pucheros. Se decían cosas profundas como "I gona miss you too much" y así. Salimos. Y me sentí libre.

11. El frío. Para acabar la noche, mi hermana olvidó las llaves de su casa. Así que estuvimos como veinte minutos sufriendo el frío toluqueño de madrugada, hasta que por fin, el esposo de mi hermana nos abrió la puerta.

Dentro de todo, no me puedo quejar. Quedé bien con mi hermana por haberla acompañado. Comí rico. La pareja danés-mexicana me cayó increíble. Saldré en varios albumes en facebook. Soy feliz. Extrañamente feliz.

1 comentario:

Diego Marxías dijo...

No sé nada de restaurantes y de antros fresas, pero no sé por qué tengo la impresión de que el tal Friday's es un lugarcejo familiar, al que van los niños con globos y carritos... Si es así, me parece aberrantes, pero divertido, que se hayan emborrachado ahí!